
Fui al corral para echarle al cerdo los restos de comida y cocina. Me subí en un travesaño de la puerta de la cochinera y así, los desperdicios cayeron en el comedero.
Cada año, por Navidad , el cerdo se vendía al carnicero y con el dinero de su venta se pagaba entre otras cosas el colegio de mi hermana y el mío.
Aquí tenéis un cuento sobre el cerdito. Paciencia, que tarda un poco.
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